martes, 5 de agosto de 2008

Más allá de La Casita de Chocolate.

Escribo, pero no tengo nada que se pueda escribir.
Es como estar llena de vacío.
Estar saturada de no tener nada.

La eterna canción de un tiempo a esta parte.
Un viejo disco de vinilo con sólo dos canciones: La tuya y la mía, la suya y la mía.

La primera es lenta, demasiado.
Aunque los pies se ven obligados a bailar en un intento desesperado por mezclarse con el ritmo de la música, no paro de perder el compás.
Como si alguien acelerara o parara en brusco la música para hacerme tropezar.
Pero, aún así, la canción es tan bonita...

La segunda, es espantosa, desafinada, arrítmica.
Sólo quiero que se acabe... o pararla yo.
Y verlo todo sin que ya tengáis nada que ver con mis problemas, sin que seáis parte de ellos, sin que me tenga que mentir para sonreír a las mentiras que escucho cada tarde.

Claro que... la pregunta que ella me hizo tenía sentido.
¿Con quién te vas?


¿Con quién me voy?


Será muy bonito comprobar como el primer día será estupendo cuando vuelva llena de ropa y zapatos nuevos, y como al día siguiente volveremos a la horrenda normalidad.

Me gusta imaginar qué habría pasado si no les hubiera conocido, o si hubiera conocido antes a...
O si no hubiera conocido a nadie.
Si me hubiera quedado limitada al principio de los tiempos, sin crecer jamás.