lunes, 28 de septiembre de 2009

Más.


También podría buscar lunares en cada poro de su piel, y recorrerlos con el dedito.


'Más' es la palabra que me vino a la cabeza la última vez que le vi, hace mucho, mucho, mucho y muy poco a la vez.

'Más'.


De repente todo era muy grande, inmenso, y yo cada vez más chiquitita. Pensé que podías pisarme si querías, que si no lo habías hecho ya era por pura compasión y que estabas esperando a que me quedara dormida para intentar hacerme menos daño.

Porque lo único que tenías claro es que me ibas a pisar, tal y como yo pensaba. Pero yo sólo lo pensaba y tú eras el único que lo sabía.


Soy totalmente consciente de que ya has levantado el pie del suelo y que el siguiente movimiento será volverlo a apoyar, y aunque es posible que así ocurra, no garantizo que siga debajo, aunque sólo lo diga por intentar demostrar poco afortunadamente lo grande que debería ser mi ego.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Carta de una desconocida.


Querido mío:

Me gusta mirarte. Sé que es un comienzo demasiado fuerte para tratarse de una carta sin remite y sin firmar, pero es así y después de tanto tiempo, sentía la necesidad no sólo psicológica, sino física de decírtelo.
Me gusta mirarte sin que me veas, o como si supiera que soy invisible a ti. Eso sería magnífico, ¿sabes? Así no tendría que preocuparme de que en un instante te dignes a volver tu rostro hacia mí y te encuentres con mi mirada.

Me gusta cómo me miras. Sí. Es lo que más me gusta del mundo. Cuando de repente me doy cuenta de que significo algo en tu vida, aunque sea por un momento.
Porque mientras haces eso, mientras me miras, no haces otra cosa.
¿Cuántos segundos habré ocupado tu pensamiento? ¿Alguna vez te habré quitado el sueño?

Total, sólo me miras.
Quizá sea para ti solamente un rostro más al que mirar. Igual nada más pretendes que me crea que te gusta mirarme. No lo sé.
¿Cómo iba a saberlo?

De vez en cuando, una vez entre un millón, y durante una milésima de tiempo, nos miramos. Es algo insoportable, creo que cuando eso ocurre es como si no tuviera secretos para ti.
Lo que más quiero es eso, que me conozcas. Que me conozcas de verdad, y que lo sepas todo de mí y yo de ti.

Pero eso es pedir mucho.
Dudo que esta carta se autodestruya, así que simplemente la romperás tú, que es otra bonita forma de acabarse.
Que la mates, como podrías hacer conmigo sin yo oponerme.

De vez en cuando me besas...

domingo, 13 de septiembre de 2009

Hasta la última corchea.


Me podría haber quedado allí toda la vida. Hasta que un buen día tratara de levantarme de tu lado y comprobar que mi pelo era ya cano y había arruguitas en mi cara.

De verdad, si me hubieran dejado elegir, habría querido eso.


Pero como las mejores cosas, las que más queremos, se esfuman sin darnos cuenta.

Te vas como el humo de uno de esos cigarros mientras a mí me pisas con el pie para apagarme.


Eres tan especial, que pareces como todos.

Te odio, te odio, te odio tanto.


Fíjate si te odiaré, que me has quitado lo único que me quedaba: las palabras.

Te odio mucho y muy fuerte, te odio por quererte y por haber conseguido que me deje de querer.