domingo, 30 de enero de 2011

Desastrosamente Turner

En cambio, yo he quemado todas las sábanas, para no poder revolverme en ellas nunca más. Y no te digo que si no es contigo, o contigo, o incluso contigo, no quiera, no.
Sólo es que quizá así logre quitarle el dramatismo con el que tanto encanto parezco tener cuando, llegado el momento, me miras.

También han ardido las cortinas, para que entre la luz del Sol justo a la hora que tú te levantas despeinado a tres millones de kilómetros de la Tierra, tal y como la conozco.

No quiero ir a París ahora, porque contigo ya no voy ni a la puerta del Infierno donde acabaremos ardiendo los dos, uno en cada esquina, para no poder encontrarnos jamás.

Preferiría no verte en este momento, porque si te viera, quizá no me arrepentiría de arrancarme la piel a tiras si me dejaras hablarte de lo bien que suena a veces, muy poquitas, como si se tratara de un eclipse, pensar en un nosotros.

Es posible que desde que te conocí, fuera la guerra. No quiero evitar evitarte, pero no me sale dar un paso hacia atrás cuando tú vienes corriendo a insultar a mi inteligencia.

Pero no te quiero, no te quiero lejos.

lunes, 24 de enero de 2011

Assassin

Constantemente. He mentido por ti constantemente. Y para ti. Y a ti. No he hecho otra cosa que mentirte en este tiempo.

Nunca creí que te lo merecieras, hasta que he empezado a creer que no te mereces nada. Hay muchísimas puertas para salir de este lugar, pero no tengo la llave de ninguna, porque te las llevaste con tu perfume la noche que te conocí.

La Luna estaba roja y la noche se convirtió en mi amiga. Y yo te miento sin pensarlo, porque si lo hiciera convertiríamos en catástrofe esta tragedia.

Ya no siento miedo, ni siento nada. He llegado a multiplicar menos por menos y me ha salido más. Más menos, claro.

Voy a seguir mintiéndonos el tiempo que haga falta, hasta que yo sea consciente de que necesito algo nuevo sobre lo que poder mentir.


Serenade me.

Is this it?

Él es mi buen día. Me da igual bajar a tomar cañas hasta perder el conocimiento que a la boca del metro, o la del lobo.

Tiene la capacidad de hacer que lo recuerde justo antes de irme de casa. Y antes de llegar. Y durante el camino.

Entonces, y sólo entonces, despierto en la cama, que está vacía y huele a alcohol. Quizá no bebiera cerveza, pero seguro que perdí el conocimiento.

No es que esto sea un sueño, es simplemente mentira.

viernes, 14 de enero de 2011

Answers.

Se fumó el último cigarro mirando a esa maldita luna envenenada que se reía de ella como cada noche desde hacía tantas. Tenía miedo de meterse en la cama, por si se dormía y soñaba.

Esta vez ni siquiera podía gritarle a la cara porque la niebla cubría de blanco cada rincón de la ciudad, empapando de humedad, o lo que otros llaman lágrimas, sus ojos, su escote, su pelo, su garganta y sus pulmones.

La sensación era tan extraña y tan igual a la de siempre, que consiguió no sentir nada por espacio de cinco minutos. Después, todo volvió a la normalidad, a la profunda tristeza de siempre en cada uno de sus huesos, de sus versos, de sus besos.

Habría pensado que estaba ardiendo por dentro si no fuera porque lo más cálido que sentía era su aliento en la nuca. Como cada noche desde hacía tantas.

Debía ser completamente imbécil, pensó mientras caía, porque en vez de escapar de allí por la puerta, saltó por la ventana.

martes, 11 de enero de 2011

Butterflies&Hurricanes.

Me tomo el doble de medicación de la que me manda el médico. Esta frase tan contundente hace aguas cuando digo que no creo que me pueda morir por ello.

He sobrevivido a un matrimonio, a una hija problemática y alcohólica, a una dosis de miedo brutal desde hace más de dos años cada mañana.

Hay cosas que no deberían haber sido inventadas. Cosas como el amor. Porque quien lo conoce, o cree conocerlo, es feliz. Esporádicamente feliz, al menos.

Yo no lo he conocido. No he querido a nadie nunca. Sólo quiero saber mentir lo suficiente como para que el resto del mundo no se compadezca demasiado de mí.

Pero las pastillas no matan. La soledad no mata. El odio no mata. Nada mata. Sólo nos queda morir.

Moriré abrazando tu foto. Porque yo no te quiero. Porque no te puedo querer. Si pudiera lo haría, pero nunca hemos dejado que eso ocurra. Sientes terror al pensar que puedas cambiar la vida de alguien si no es para peor.

Debajo de mi almohada, como desde hace tres años, dos meses, y ocho días, descansa la carta de despedida en la que me dijiste que lo sentías, pero que vivir del aire resultaba menos complicado que vivir de mí.