Él es mi buen día. Me da igual bajar a tomar cañas hasta perder el conocimiento que a la boca del metro, o la del lobo.
Tiene la capacidad de hacer que lo recuerde justo antes de irme de casa. Y antes de llegar. Y durante el camino.
Entonces, y sólo entonces, despierto en la cama, que está vacía y huele a alcohol. Quizá no bebiera cerveza, pero seguro que perdí el conocimiento.
No es que esto sea un sueño, es simplemente mentira.
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