Recuerdo gastar todo mi dinero, tirarlo por la calle, salir
corriendo, volver a casa, mirar mis ojeras y querer hacer de todo menos pensar.
Recuerdo cómo retumbaba aquella canción en la habitación y
cómo se empapaban las paredes del baño con el vaho del agua caliente que me
quemaba la piel.
No recuerdo exactamente si estaba contenta o triste. No
recuerdo nada. Pero sé que cogí aire profundamente, como si se fuera a acabar,
cerré los ojos y me sumergí para no enterarme de que estaba llorando.
Las lágrimas se mezclaron con el agua en aquella bañera, la
canción seguía sonando y yo esperaba ponerme guapa para ti.
No sé cuánto tiempo estuve debajo del agua. Puede que menos
que mucho. Pero fue mucho más que poco.
Después del primer golpe, todos fueron seguidos. Y me fui
durmiendo para no enterarme. Solo que, en vez de ahogarme yo, lo hiciste tú.
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