domingo, 14 de noviembre de 2010

Ser, estar, parecer.

Que no es lo mismo caerse que levantarse, porque lo primero ocurre sin darse cuenta y lo segundo requiere aguantar tu propia dosis de vergüenza y dolor. Sobre todo, dolor.

Y comprobar que la gente pasa a tu alrededor con sus ideas, sus pasiones y sus desengaños, y a ti que no te interesan ni siquiera los tuyos.
Y sentirte dentro de una película de bajo presupuesto con un papel protagonista tan poco brillante que se recordará más al tercer figurante que aparece, justo después de la escena de la ceniza quemando tu chaqueta.
Y pensar qué pasaría si, o qué pensaría aquel hombre del puesto de palomitas mientras se frota los guantes de lana, o qué demonios estoy haciendo dando vueltas en círculo entre la niebla y el frío del principio de una noche de final de otoño.
Y comprobar que no me creo ni mis propias verdades, por ciertas que sean y que sé que son.

Hoy he visto una foto tuya, y ni siquiera me he acordado de nosotros. Me he limitado a mirarte con cara de 'mira en lo que me has convertido'.

Tener miedo es siempre una opción valiente, pero sólo (con tilde) si tienes un buen motivo por el que temer.

1 comentario:

ewa ewa! dijo...

Pues a mi me encantan las películas de poco presupuesto, con toda su humildad. No como esas grandes producciones, que por ser de Hollywood se creen más, y al final pasa lo de siempre, AMERICANADA. Pues tú eres lo contrario a eso,eres como un caja de bombones, aunque esto me suena demasiado a forrest gump, mierda. Mejor, como ... como una bolsa de cacahuetes, de esas que una vez que abres (en la Cuenca), coges uno, y después otro, y luego te das cuenta de que quieres otro más, y así es Turner :)