jueves, 14 de abril de 2011

100 ml.

Para cuando quise darme cuenta, había confundido tu perfume con el mío otra vez. Y, de esa forma dejé impregnadas las sábanas una noche más con tu olor. Pero no es igual si no estás tú, soltándote poco a poco la corbata, y el botón superior de la camisa para tomarnos la última en mi salón.

Sobre todo porque al día siguiente no habría beso en la mejilla a modo de despertador, ni desayuno sin diamantes, ni el cosquilleo de antes de pedirte que te quedes un rato más.

Nunca me acostumbré a acostumbrarme, pero últimamente antes de dormir toco con la guitarra la canción que tú me enseñaste una de esas tardes que acabaron en un colchón. Aunque no sea igual si no estás tú, carraspeando antes de empezar, mirándome desde el otro lado de la alfombra con la cabeza agachada, antes del primer acorde.

Siempre has sido la segunda voz de la canción y la primera en mi escala.

Ahora iré a equivocarme otra vez con la colonia, justo después de afinar la cuerda que me queda.

1 comentario:

Mrs. Freeman dijo...

Siempre viene bien equivocarse, de vez en cuando...