martes, 10 de mayo de 2011

En tu bañera.

Llegó un momento en el que no sabía la diferencia entre espirar y expirar.

Doscientas noches en vela, un bote de tranquilizantes, una botella de ginebra, dolor de cabeza, llamadas sin contestar y un diario que acababa cada día con puntos suspensivos.

No se había decidido nunca a poner punto final a nada, y eso era algo que aplicaba no solo a su burda literatura sino a sus relaciones, a sus adicciones y a su miseria.

Las noticias hablaban de una nueva guerra en la que no tendría que batallar. Se retiró del combate hacía tiempo, lo suyo ya no era luchar. Siempre había querido pasar a la historia como un superhéroe de cómic, hasta que decidió que la única vez que aparecería en la prensa sería en forma de esquela, a poder ser no demasiado tarde.

El único lujo que se permitía era el de mirar por la ventana cada amanecer mientras todo lo demás en su vida se apagaba.

Por las noches, se sentaba y releía las cartas que nunca le envió y las del banco de cuando aún tenía dinero.

Y, por todo eso, llegó un momento en el que supo a ciencia cierta la diferencia entre espirar y expirar.

1 comentario:

GATTO NERO dijo...

Espero que una vez sabida la diferencia entre las dos palabras las olvidara del todo y comenzara a "respirar".
Salu2