martes, 6 de marzo de 2012

Quinto movimiento: The subtle kiss that no one sees

Posible fenómeno de coherencia cuántica.

Sophie estuvo esperando durante treinta minutos en la cafetería. Miraba cómo se movían las manecillas de su reloj y cuando el minutero se desplazaba, volvía a sacar el espejito negro de su neceser, se miraba los ojos, tan tristes como siempre, y los labios, más rojos que nunca.

Supo que él no iba a venir, lo había sabido siempre.

Cuarenta y ocho horas recibió la llamada. Seguía con la misma ropa, y los mismos ojos tristes, arrinconada en su sofá envuelta en humo y alcohol. Fue entonces cuando tuvo la certeza de que ella había muerto el día que sacó de la casa de Alex la última caja con ropa. Él tardó dos años más en morir. En la misma bañera en la que se ducharon juntos tantas veces y de la que él le había jurado que no habría querido salir hasta que el Sol se apagara en una de las cartas que quemó cuando firmó la sentencia de ambos.

1 comentario:

bubiinga dijo...

Pero la pobre Sophie no sabe lo que Álex pensaba.
Nosotros sí. Jugamos con ventaja.

El carmín se borra, y las miradas, con sólo una imagen, un sonido o un susurro...cambian :)