domingo, 20 de marzo de 2011

Tú me llevas.

Recuerdo el sonido de lo que debió ser el mar cuando aún me gustaba pisar la arena de la playa. Escucho el ruido de los coches sobre el asfalto mojado y veo la farola que todavía me recuerda que no te has ido. Pido que seas tú quien apague la luz de mi lámpara esta noche y que enciendas todo lo demás.

Ahora ya no me creo mis mentiras, ni tus verdades, ni lo que dice la gente que llena mi cerebro con palabras que suenan a hueco y retumban de lado a lado con cada café amargo antes de que se ponga el Sol.

Antes habría querido abrazarte, ahora lo necesito. Pero eso no cambia nada. Seguimos tan solos como hace cincuenta minutos, cuando me llamaste para decirme que querías echar azúcar en mi taza esta tarde.

Me agota llevar el todo mi equipaje en un bolso de mano. Algún día debería facturarlo y quedarme yo en tierra esperando en el aeropuerto hasta que venga un avión que me lleve a mis antípodas.

1 comentario:

SinNombre dijo...

Pues yo personalmente creo que escuchar a Z te sienta muy, pero que muy bien.

Porque llorar no siempre es mal.

Gracias por escribir