domingo, 10 de octubre de 2010

Con cuentagotas.


De pequeñas, todas las niñas se supone que sueñan con príncipes azules muy guapos, sabios y caballerosos que las salvan de una muerte atroz vía fogonazo de dragón, manzana envenenada o muerte súbita. Sin embargo, yo preferí sufrir desde la infancia, para que no pudieran decirme después que la adolescencia nos vuelve idiotas. Yo es que vine tonta de serie. Y sin cinturón de seguridad.
Una lástima.

Aún no me he atrevido a pulsar 'Voy a tener suerte!' en Google porque no quiero fastidiarles el invento y que luego vengan aquí con demandas. Por eso, cualquier atisbo de felicidad me hace estremecer hasta límites insospechados. No me gusta no creer en lo que de hecho creo, pero menos aún me gustaría recaer en el sentimiento de sinsentido vital que es, a su modo, una muy cruel forma de vida que, también a su modo, te hace asumir un letargo sensorial de dimensiones realmente gigantes.

Hacía mucho, mucho tiempo, que no sentía la punzadita ahí, donde siempre, en ese lugar que no es órgano, ni músculo, ni hueso, ni sangre.
Ahí, donde el alma, muy de vez en cuando me dice que esta vez quizá debería entrar a Google y pulsar mi suerte.

1 comentario:

rottenclementine dijo...

Debería haberte llamado hace un rato, pero me ha cogido pena y he puesto Nacho Vegas, y en cualquier momento me cojo un rebote guapo guapo, así que hasta que no se me pase, no te llamo T.T

-dearoc-