martes, 15 de febrero de 2011

Como meter un gol en el minuto 90.

Saldría corriendo en mitad de la noche a empaparme bajo la lluvia y te juro que no pararía hasta caerme muerta. Pero no me sé orientar, y seguramente acabaría dando vueltas al mismo sitio. Así que me quedo quieta, que viene a ser lo mismo que girar alrededor del mismo lugar. Y si alguien viene a salvarme, y aún puedo hablar, le daré las gracias.

Siempre habrá algo por lo que llorar mañana. Pero mañana es mañana y ayer ya imaginaba por lo que lloraría hoy.

No me importaría querer a alguien. Por ejemplo, a mí. Pero esa es la tarea más difícil de todas. Mucho más que mantener el equilibrio mientras me resbalo por el cemento mojado. Y procuraré ir de blanco para que el mundo entero vea cuánto me he manchado.

Me da igual lo que venga después. Después habrá otro después, y cuando eso pase, no te acordarás de cómo me llamo. Y yo, probablemente, tampoco.

No hay comentarios: