Se me escurren las palabras entre las comisuras, y termino pidiéndote perdón con la mirada justo antes de que te alejes, dejando a cada paso tu olor y tu indiferencia mientras a mí me pesan los pies y soy incapaz de correr en dirección contraria, por una vez.
Pero me he aprendido un camino, el más largo, el más peligroso, el peor, y no lo quiero dejar de seguir por si tomo el otro, me confío y me pierdo.
Después, consigo llegar a rastras hasta la barra del primer bar que encuentro y bebo cualquier sustancia que tenga una cifra que sume, al menos, el doble de mi edad. Y miro cuando se abre la puerta a ver si apareces por casualidad y te encanta la coincidencia.
De verdad que no quiero que se me deshagan los hielos en el vaso, otra vez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario