lunes, 7 de marzo de 2011

The Age of the Understatement.

-¿Cómo es tu alma por dentro?

-¿Y cómo se supone que es un alma convencional?

-Pues… yo qué sé. Sólo quiero saber cómo es la tuya.

-Gris. Hoy gris oscura.

-¿Casi negra?

-Sí.

Nunca he querido que te culparas por odiarte, ni que me culparas por quererme tanto. O quizá sea al revés. Más aún: quizá no se entienda, que es de lo que se trata.

Mañana volveremos a Picadilly, pero de eso ya nadie se acuerda. Fue hace demasiado tiempo, y tenemos la muy buena costumbre de olvidar, por norma general. Y volverás a perder la vergüenza, y el tiempo, sobre todo el tiempo, mirando al chico de ojos verdes en la parada del metro. Volverá a sonar The Vines mientras te aferras a la barra para no caer entre los ejecutivos que corren para llegar a tiempo a fichar en el trabajo.

Lo tuviste a un palmo de distancia, quizá menos, pero siempre es más prudente esperar a que cambie el semáforo a cruzar cuando está parpadeando, porque eres de las que se pisan un cordón, caen al suelo y mueren atropelladas en angustia y disgusto, por cualquier cochazo en forma de hombre encantador.

Los de urgencias comienzan a pensar que eres una suicida, porque tres atropellos en un año son… demasiados, por así decirlo.

3 comentarios:

Iosune De Goñi dijo...

Siempre he preferido cruzar en rojo.

ewa ewa! dijo...

Dame la mano mientras cruzamos. En rojo, en verde, parpadeando, con paso de cenbra o sin él. Da igual, pero Turner, tú dame la mano, bien fuerte.

Adam dijo...

Pero tu... que clase de agujas prefieres?
y la lana? porque yo estoy usando la Romney Marsh, pero me quiero hacer una bufanda y resulta imposible... ¿que recomiendas?